El corazón de las tinieblas

Publicado el 5 de julio de 2023, 13:04

Nunca había leído nada de Joseph Conrad y su nombre apenas me sonaba de haberlo leído suelto en algún ensayo literario. Pero vi este libro en una pequeña librería y su título, El corazón de las tinieblas, me llamó poderosamente la atención. Leí la breve sinopsis de la contraportada y, por los tres euros que costaba, me decidí a darle una oportunidad. Cuál sería mi sorpresa al encontrarme ante una excelente novela con una narrativa magistral y muy personal.

El argumento del libro es muy sencillo. A finales del siglo XIX, Marlow, un experto marinero británico, es contratado para ir a África a buscar un importante comerciante, el señor Kurtz, que ha desaparecido en las riberas del río Congo. Con este nada complicado ni original punto de partida, Conrad nos expone una maravillosamente tenebrosa novela corta que hace un retrato de los abusos coloniales en África, de la compleja psicología humana, de la fuerza incomparable y arebatadora de la naturaleza, de las interaccones entre civilizaciones que conviven sin comprenderse y de las relaciones de poder.

A medida que Marlow va adentrándose más y más arriba en el curso del río Congo y va haciéndose cada vez más lejano el núcleo de las estaciones comerciales europeas, los negros pasan de ser asustados y humillados trabajadores a una letal amenaza para los marineros. Al mismo tiempo, la figura del desaparecido Kurtz va adquiriendo cada vez más aura de misterio, puesto que mediante los rumores y comentarios de los comerciantes, Marlow pasa de percibirlo como un comerciante importante de gran carisma, aunque objeto de enormes envidias por parte de los comerciantes de otras estaciones menos inmersas en la selva, a un personaje casi divino, adorado tanto por blancos como por negros. El periplo a lo largo del río Congo se narra como un descenso a las tinieblas, a su mismo corazón, puesto que en todo momento acecha el dolor, la enfermedad, la violencia y la muerte. Cuanto más arriba del río llega Marlow, peor es el entorno. Y ahí está, precisamente, uno de los grandes aciertos del libro: la selva no es sólo el paisaje donde sucede la acción narrativa, sino que es un personaje más. La selva en El corazón de las tinieblas es actor, no decorado. La selva impone el terrible silencio nocturno, alberga la muerte en cada metro cuadrado, escupe los violentos indígenas, lleva los extraños ecos de los tambores (¿ceremoniales, ritualísticos, de guerra?) qué estremecen a los blancos. Algunas de las descripciones que Conrad realiza de la selva son absolutamente geniales:

"Remontar aquel río era como volver a los inicios de la creación, cuando la vegetación se agolpaba sobre la tierra y los grandes árboles eran los reyes. Una corriente vacía, un gran silencio, una selva impenetrable. No había ninguna alegría en el resplandor del sol."

Hay que señalar que la novela, a lo largo de sus páginas, siempre muestra una correspondencia entre la selva y el estado psicológico de los protagonistas:

"Éramos vagabundos en una tierra prehistórica, en una tierra que tenía el aspecto de un planeta desconocido. Podíamos vernos a nosotros mismos como los primeros hombres que tomaban posesión de una herencia maldita, que debía ser sometida a costa de una profunda angustia y de un trabajo excesivo".

Otro elemento importante que aparece a lo largo de sus dos primeros capítulos es la incomprensión de los blancos hacia los negros, incapaces de entender bien sus códigos:

"El hombre prehistórico nos estaba maldiciendo, suplicando, dándonos la bienvenida…¿quién podría decirlo? Estábamos separados de la comprensión de todo lo que nos rodeaba; nos deslizábamos como espectros, asombrados y secretamente aterrados, como lo estarían hombres cuerdos ante un estallido de entusiasmo en un manicomio."

La novela tiene un tempo muy bien medido, desde su breve introducción (en la que Marlow, que es el narrador protagonista, empieza a explicar a sus compañeros su viaje al corazón de las tinieblas) hasta su amplio desarrollo y su conclusión final, con el encuentro de Kurtz y la relación que tendrá con Marlow (no queremos hacer spoilers).

En esta corta novela se tratan, de forma rápida, casi efímera, pero efectiva, una gran diversidad de temas: el colonialismo europeo, la relación de los colonizadores con los colonizados, las distintas posturas de los negros frente a la presencia de blancos, las rivalidades entre comerciantes, la supervivencia, los límites de la cordura en un ambiente hostil y agresivo, el tremendo peligro que puede suponer la naturaleza desnuda, el racismo, los conflictos morales de la colonización, la contradicción entre la voluntad civilizadora y el lucro económico de los colonizadores, etc. Hay que tener en cuenta que mucho de lo que sale es alegórico y que invita a la reflexión, desde el trato que algunos blancos dan a los negros (y cómo Marlow lo percibe) hasta las últimas palabras que exclama Kurtz.

Por su ambientación y tonalidad, podríamos clasificar esta obra dentro del género del Terror, puesto que genera una angustia considerable y su atmósfera es realmente siniestra, aunque también tiene algo de novela histórica. En realidad, es una novela bastante original, tanto en la forma de narrarla como en el sistema de doble capa que acompaña al lector en todo momento: el desarrollo de los hechos y acciones y el paralelo periplo del alma humana (encarnada en los pensamientos y sensaciones de Marlow) determinado por ese camino por lo oscuro, incomprensible y peligroso de la existencia.

Sin duda, una obra totalmente recomendable a cualquier buen aficionado a la literatura en general.

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