Continuando con la relectura de toda la saga de Harry Potter, he dado una segunda vuelta por el tercer libro, El prisionero de Azkaban.
Así como en los dos anteriores libros, en sendas segundas lecturas, nos encontrábamos con multitud de detalles que en una primera lectura podían parecer baladíes o directamente los olvidábamos, en este tercer libro se remarca algo que ya en su primera lectura se dejaba notar: el paso de la saga de lo puramente juvenil a algo más adulto. Aquí ya vamos descubriendo bastantes cosas muy claras y que se van a mantener durante el resto de la saga, aunque también se desgranarán progresivamente. Los elementos más importantes son el personaje de Sirius Black, que marcará el final de Harry como marginado sin familia (los Dursley no cuentan como familia) y que, como bien sabemos, posteriormente será el catalizador del mayor trauma de Harry desde la pérdida de sus padres (pero esta vez siendo plenamente consciente), y también una raza que da un toque muy oscuro y siniestro a la saga, toque se va a mantener y acrecentar con otros elementos a partir de esta entrega: los dementores. Estos monstruos son los carceleros de Azkaban y su naturaleza los impele a alimentarse de la alegría y los recuerdos de la gente, llegando a dejar a sus víctimas como simples cáscaras vacías de personalidad y memoria. Su aspecto terrorífico (sombras ataviadas con mantos negros) y su punto de horror (las manos llenas de pústulas) marcan el inicio de la tenebrosidad en la saga de Harry Potter.
Además, en este título veremos cómo la inocencia de Harry va desmoronándose. Por primera vez, siente deseos de matar, comprende lo traicionero que puede ser el mundo adulto (con traiciones que llevarona sus padres a manos de Voldemort), ve que Dumbledore ya no puede resolver todos los problemas (del mismo modo que entiende que Hogwarts no es un lugar enteramente seguro). También se expande la construcción de la sociedad mágica, con algunos de sus puntos de brutalidad: la cruel tortura constante de los presos de Azkaban a manos de los dementores y la injusta ejecución por decapitación de Buckbeak, el hipogrifo de Hagrid. Es importante notar que, pese a que se descubre la inocencia de Sirius Black, éste debe ocultarse porque las leyes del mundo mágico lo siguen condenando al beso del dementor, al no poder demostrarse su inocencia.
Esta entrega es importante por la expansión del universo general de la saga: sabremos más del pasado de James Potter, el padre de Harry, y de su relación con Snape, del que empezaremos a comprender su animadversión hacia Harry y su amargura, aunque sabemos perfectamente que las siguientes entregas nos tienen reservadas muchas más cosas con las que acabaremos empatizando del todo. La trama, igual que su ambientación, deviene más compleja y adulta: no sólo por los giros de guión sino por su sorprendente y rocambolesco final, con retroceso temporal incluido.
Aunque la segunda lectura de esta tercera entrega no ha sido tan sorprendente como las dos anteriores, puesto que se han introducido menos elementos que pudiesen parecer banales pero que sabemos que a la larga serán fundamentales, nos llevamos alguna sorpresa en ese sentido (la realidad de Scabbers) y además repasamos los fundamentos y nuevos personajes decisivos que se presentan y que contribuirán todos a seguir expandiendo, ahora ya de una forma adulta, el universo Harry Potter.
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