La guerra de los mundos

Publicado el 26 de agosto de 2022, 11:28

La novela La guerra de los mundos es uno de los grandes clásicos de la ciencia ficción. Fue escrita por H G Wells y publicada en 1989, aunque es más conocida la versión reducida y adaptada para la radio de Orson Welles, narrada como una noticia real y que causó el pánico en Nueva York y Nueva Jersey cuando fue retransmitida en 1938.

 

El argumento es bien conocido por todos: un día, los marcianos llegan a la Tierra, aterrizando cerca de Londres, e inician una campaña de destrucción y aniquilación de la especie humana. Los marcianos son seres débiles y torpes en sus movimientos, pero cuya inteligencia superior les proporciona una tecnología con un poderío militar infinitamente superior a la humana. Los temibles trípodes con tentáculos mecánicos, atacando con el mortal Rayo Térmico, y las máquinas destructivas que arrasan toda la civilización humana, inician una campaña de aniquilamiento con objetivos que sólo pueden sospecharse o presuponerse. Welles, por boca del protagonista, narra cómo esta apocalíptica situación reduce a los humanos a simples bestias asustadas que huyen en masa. El gobierno desaparece, las normas sociales se vienen abajo y tan sólo mantienen un mínimo de disciplina los soldados que se enfrentan a los marcianos, sin apenas ningún éxito y muriendo sin remedio, motivo por el cual muchos de ellos acaban desertando. Con el caos por doquier, muchos humanos se vuelven violentos, insolidarios, egoístas y mezquino. Incluso el narrador, que procura mantener su humanidad, acaba tomando decisiones drásticas ante la posibilidad de morir. La vida deviene cruda supervivencia. Y aquí está uno de los grandes temas de La guerra de los mundos: la naturaleza humana. Cuando la civilización, es decir, lo artificial, desaparece, aflora el instinto de supervivencia, y con él desaparecen todos los valores y normas sociales. 

También es interesante el juicio de valor que hace el narrador acerca de las acciones de los marcianos: no están haciendo nada que el humano no haya hecho a otras especies e incluso a algunos grupos humanos (hay menciones explícitas a las colonizaciones violentas del siglo XIX), por lo que entiende que el humano puede sacar alguna lección moral de provecho de la terrorífica invasión marciana.

 

Podemos también considerar que La guerra de los mundos es un precursor del Horror Cósmico, puesto que tiene algunos de sus elementos. El más obvio: presenta una amenaza proveniente del espacio exterior ante la cual el hombre está totalmente indefenso, y además es incapaz de comprenderla (nunca se supieron los motivos de la invasión, y los intentos posteriores de estudiar la tecnología alienígena fueron desastrosos). Algo más sutil es que el aspecto repugnante y tentacular de los marcianos es un detalle que no pasa por alto a los aficionados a la obra lovecraftiana. También podemos mencionar la amoralidad que se da al terrible suceso, elemento muy común en las historias de horror cósmico. Y, pese a que la novela acaba bien, el motivo del final feliz no es, ni por asomo, fruto del esfuerzo, el ingenio o la voluntad humanas, sino que es algo que escapa totalmente del control del hombre. 

 

En definitiva, La guerra de los mundos es una apasionante novela, uno de los grandes clásicos de la ciencia ficción con elementos de horror cósmico, expuestos de forma algo primitiva pero claramente apreciables. Un muy buen libro, digno de leerse tanto por su templado ritmo narrativo como por las profundas reflexiones que suscita a lo largo de la narración sobre la naturaleza humana, la civilización y el lugar que el hombre ocupa en el cosmos.

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