Miguel Ángel Parra nació en 1985 y es natural de Viladecans (Barcelona), donde se crió y vivió la mayor parte de su vida (salvo dos años de exilio en L'Hospitalet). Tras muchos años sufriendo la precariedad laboral en diferentes empleos y preso en el sector del Contact Center, en 2019 decidió que era buena idea hacer lo contrario de lo que hicieron en las generaciones pasadas y emigró a Galicia, tierra con la que compartía un fuerte vínculo debido a sus raíces familiares. Tras varios intentos infructuosos de reengancharse a la vida académica, ha vuelto a trabajar nuevamente en el Contact Center, pero en su nuevo hogar desbloqueó un nuevo logro: publicar su primera novela "Apocalipsis rural", una disparatada historia de humor y ciencia ficción que tiene como escenario el rural gallego y la ciudad de Lugo. Tras su primera novela, ha seguido publicando relatos de diferentes géneros y terminó publicando una segunda novela en coautoría con Marc Barqué. A día de hoy, su calva es cada vez más prominente y está trabajando en la que será su próxima novela.

¿Cómo empezó tu gusto por la literatura?
Siempre me ha gustado leer, desde muy niño. De hecho, aprendí a leer antes de empezar la escuela, ya que cuando apenas levantaba un palmo del suelo, mi padre me enseñaba tebeos de Mortadelo y Filemón, y terminó hasta las narices de que le pidiera leerme todos los bocadillos, de modo que me enseñó a leer y me mandó a freír espárragos. Siendo todavía muy niño, empecé a combinar los tebeos con la novela infantil y juvenil -guardo especial cariño a los libros Pesadillas- y, siendo un púber, di el salto a la novela adulta. Con doce años leí IT de Stephen King y ahí atravesé una frontera.
¿Cuándo empezaste a escribir y qué te motivó a ello?
Cuando era un crío, quizá tendría diez años, llegó a mi casa una máquina de escribir Olivetti, de aquellas antiguas que para ser usadas necesitabas estar cachas porque tenías que aporrear las teclas como a un saco de boxeo si querías que la tinta se marcara bien en el papel, y a veces se quedaba clavada la tecla, por lo que tenías que empujarla para atrás con la mano. El caso es que aquel cacharro me fascinó, y en esas condiciones tan fabulosas empecé a escribir cosas cutres, muy propias de la edad. Mis padres consideraron que era de justicia comprarme algo mejor, de modo que me trajeron una máquina de escribir electrónica, y ahí sí que le di candela: escribí entre los doce y los catorce años tres novelillas que guardo con especial cariño, además de algún que otro relato.
Tras eso, dejé de lado ese pasatiempo, y el resto de mi adolescencia y juventud me dediqué a otros menesteres. Pero en 2019, cuando me mudé a Galicia, decidí que con el cambio tenía que retomar la escritura. La llegada de la pandemia ayudó mucho en ese aspecto y en aquella época fue cuando escribí Apocalipsis rural, mi primera novela, y desde entonces he continuado escribiendo.
¿Cuáles son tus géneros y autores favoritos?
En la literatura soy como en la música: le doy a todos los palos. Me gusta ir combinando ensayo con la literatura de ficción y, dentro de ésta, lo que más he leído ha sido terror. También me gusta el humor, el realismo mágico, la literatura costumbrista y el drama social. Y diréis: ¿qué coño tienen que ver esos géneros entre ellos? Pues sinceramente, nada. Soy así. Punto.
¿Qué autores son referentes para ti a la hora de escribir y qué tomas de ellos?
Hasta ahora, lo que he escrito de novela -los relatos que tengo son de géneros variados- ha sido fundamentalmente humorístico, y diría que aquellos autores que me han influido más han sido Eduardo Mendoza y Christopher Moore. Ellos me han inspirado a la hora de introducir de una forma gamberra y divertida elementos extraordinarios dentro de las previsibles y aburridas vidas de las personas normales de nuestra sociedad. Y es que, a mi parecer, molan más las personas normales a las que les pasan cosas raras, que las personas raras en sí. Aunque estas últimas también tienen su rollo.
“Apocalipsis Rural” fue tu ópera prima. Háblanos de cómo te surgió la idea principal y su desarrollo.
En una ocasión tuve un sueño revelador en el que...
Qué va, ni de coña. La cosa se explica en que soy de esa generación en la que tantos niños hijos de emigrantes del resto de España en Barcelona teníamos un pueblo, el de nuestros padres y abuelos, en el que pasar los veranos. En mi caso, una aldea de los Ancares, entre Lugo y León, una zona poblada por aldeas remotas donde la gente que queda allí tiene una forma de vida y un patrimonio cultural muy característicos, conviven con la naturaleza y las administraciones públicas no les hace todo el caso que deberían. Consideré que esa tierra tan mágica y que ha generado tantas leyendas populares pero que la cultura contemporánea ha pasado un poco de puntillas por ella, era el escenario ideal de mi novela, introduciendo en la cotidianeidad de la vida de unos labriegos comunes la llegada de un extraterrestre algo desastroso, con todo lo que ello conlleva.
Uno de los personajes más carismáticos es Arly. ¿En qué te inspiraste para crearlo?
Siempre me han gustado las historias de extraterrestres. Desde los que dan yuyu y habla de ellos Iker Jiménez, hasta las historias de humor como la serie Cosas de marcianos o la magnífica novela Sin noticias de Gurb de Eduardo Mendoza. Sin duda, esta última ha sido una inspiración y también, aunque sin ser consciente de ello, los extraterrestres que aparecen en Los Simpson deben haberme influido, porque su apariencia física es muy de ese rollo. Cualquiera que lo lea, se dará cuenta.
Es inevitable leer “Apocalipsis Rural” y no pensar en películas ochenteras como “El vengador tóxico”. ¿Hay películas de ese y otro tipo que te influyesen en el desarrollo de la novela?
Me ha hecho gracia la referencia, porque soy fan de la Troma y por lo tanto de películas como El vengador tóxico o Sgt. Kabukiman N.Y.P.D. No te sabría decir un título en concreto dentro del cine de serie B ochentero que me haya influido especialmente escribiendo, pero sin duda tiene en parte esa esencia.
Tu segunda novela es “Misión en Obscuria”, escrita en coautoría con Marc Barqué (o sea, yo). “Qué hay de “Apocalipsis Rural” en esa segunda novela?
Fundamentalmente, Arly. Arly es un extraterrestre que pilota naves espaciales para cumplir misiones desde su planeta natal X>O (qué nombre más poético), y que tiene una cierta facilidad para meterse en líos. Eso le llevó a liarla bastante por Galicia y también le ocasionó ciertos problemillas por Obscuria. Y creedme si os digo que la gente de Obscuria son casi tan jodidos como unos ganaderos gallegos cabreados. Más allá del propio Arly, Misión en Obscuria también desarrolla bastante más sobre los kusunarus, que son la raza a la que pertenece este bicho.
Háblanos de tu proyecto en desarrollo actual.
Ahora mismo estoy escribiendo una novela, bastante cachonda también, sobre un pobre desgraciado que conoce por Tinder a una chica, la cual es en realidad una vampira que sólo se ha instalado la aplicación para encontrar una presa a la que chuparle la sangre, ya que la industria de Rumanía desde la que hoy en día mandan el suministro a los vampiros está en huelga, y claro, la muchacha está con el mono. El problema es que si te quieres cargar a alguien, es mal asunto que cuando lo conozcas os pilléis ambos el uno por el otro.
Chicos, evitad Tinder.
¿Alguna anécdota curiosa sobre tus libros o su proceso de creación?
En Apocalipsis rural hay algunos detalles reales (ubicaciones, parajes, personas, etc.), pero también muchos otros que no lo son. Algunos lectores de mi entorno, y que también son de la zona, al identificar detalles reales han llegado a pensar que otros también lo eran cuando no es así y ha dado lugar a situaciones curiosas como que a un familiar, cazador, le digan bromeando "Ya sé dónde guardas la escopeta" y tener que desmentirlo.
¿Qué opinas de la polémica sobre el uso de IAs generativas para las portadas de los libros?
La llegada de las IAs generativas suponen un golpe muy grande para los creadores de arte y cultura, así como quienes desempeñan determinados puestos de trabajo. Escritores, ilustradores, traductores, correctores, etc., corremos el riesgo de que nuestro trabajo se devalúe, por supuesto, pero estas herramientas han llegado para quedarse, prestan un servicio tremendamente útil, son muy accesibles y no todo el mundo puede permitirse costearse ese tipo de servicios contratados a un profesional. Pero es que pasa con todo tarde o temprano. Es una lástima que vaya a repercutir negativamente en tanta gente, pero lo que es absurdo es responsabilizar de ello a quien la usa. Hay quienes se piensan que pueden detener el uso cotidiano de un avance tecnológico haciendo sentir mal o atacando a la gente, y eso no va a suceder jamás; es idealismo puro. Creo que aquellos que nos dedicamos a la creatividad tenemos que ser capaces de aportar nuestro propio estilo singular a nuestras obras para hacernos atractivos al público, destacar frente a creaciones artificiales que no tienen la misma sustancia.
¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre aparte de escribir?
Pues tengo bastantes aficiones, la verdad. Me gusta, por supuesto, leer mucho, el senderismo y la naturaleza, cabrearme viendo los partidos del Celta de Vigo, ver series y pelis, o peinarme.
¿Quieres añadir algo más?
Venid por Lugo. Sirven tapa de cocina gratis con la bebida.
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Comentarios
Entrevista interesante y ágil. He leído Misión en Obscuria y lo recomiendo al máximo. En un futuro leeré Apocalipsis Rural y no cabe duda de que me gustará.
Mis felicitaciones a Miguel Ángel y a Marc.
¡Muchas gracias, Berth! :)