El Club de la lucha

Publicado el 12 de diciembre de 2022, 16:52

Es muy difícil hablar de El club de la lucha sin pensar en la película protagonizada por Edward Norton y Brad Pitt. Y no sólo porque es una excelente película en todos los sentidos (interpretación, dirección, fotografía, ritmo narrativo, diálogos, etc.), sino porque su impacto en el mundo del cine fue enorme. Sin embargo, antes de la película hubo una novela. De hecho, antes de la novela hubo un cuento de menos de diez páginas, cuyo autor (Chuck Palahniuk) escribió durante el descanso de su trabajo de mecánico de coches (pese a ser periodista de formación), volcando en él su insatisfacción social, laboral y personal. Ese cuento se convirtió en el sexto capítulo de una novela, publicada en 1996, que no fue comprendida en su momento, pero que se catapultó al éxito tras la película de 1999 dirigida por David Fincher.

 

La novela El club de la lucha explica la historia de Joe, un trabajador de una compañía de seguros diligente, conformista y consumista, quien supuestamente estaba feliz con su vida llena de comodidades y satisfacción de caprichos, pero cuyo inconsciente se rebelaba contra todo lo que él era y, sobre todo, lo que la sociedad esperaba que él fuese. Una noche conoce a Tyler Durden, un anarquista atractivo, inteligente y astuto, quien le transmite sus ideas nihilistas acerca de la sociedad, la satisfacción personal, la identidad, el consumismo y la autodestrucción. No espoilearé más, por si alguien que lea estas líneas aún no conoce la historia.

 

En cuanto al estilo narrativo, a mi parecer Palahniuk no es (o no era cuando escribió esta novela) un escritor especialmente bueno, quedando una historia con un ritmo algo roto, un poco caótica (aunque cuadra con la mentalidad del protagonista-narrador), pero con unos diálogos magníficos y algunos retratos psicológicos y sociales muy buenos. Quien busque una novela tradicional, éste no es su libro. Pero quien busque algo original, es posible que el estilo de El club de la lucha lo satisfaga plenamente.

 

Los diálogos, especialmente aquellos en los que interviene Tyler, tienen una profundidad muy bien conseguida, y plantea algunos temas interesantes sobre la sociedad actual. Pese a que el trasfondo filosófico de la obra es tan estéticamente brutal como socialmente deleznable, al menos a un nivel superficial, expone algunas reflexiones interesantes sobre el lugar del individuo en el mundo. Es básicamente una oda al caos, a la anarquía, a la rebelión contra todo sin una idea clara de qué es lo que se quiere mejorar. Todo empieza con una negación de uno mismo y de todo lo que se ha conseguido en la vida en un impulso autodestructivo, en una explosión de la propia insatisfacción hacia uno mismo, metaforizado en las noches del club de la lucha. Esta voluntad de desligarse de todo: del trabajo, de la familia, de las posesiones materiales, de la sociedad en conjunto, da un segundo paso en el llamado Proyecto Mayhem, en el cual convergen tanto la negación de la individualidad consolidada en los clubes de la lucha a la sumisión del colectivo a un caudillo que les promete destruir todo aquello que les ha llevado a vivir una vida sin sustancia. Aunque esta idea, de ser adoptada y llevada a cabo, no produciría nada bueno, claramente pone en tela de juicio la sociedad consumista, conformista y acrítica. Algunas de las reflexiones de Durden son muy valiosas, puesto que abogan por hacer una introspección y conocer los auténticos deseos y anhelos de uno mismo frente al consumismo mecanizado que actualmente lo engloba prácticamente todo, y también hay algunas afirmaciones que podrían ser muy valiosas para nuestra actual generación de cristal, para todas aquellas personas que se creen el ombligo del mundo, que la sociedad les debe algo por el mero hecho de existir, y que son incapaces de hacer frente a críticas, problemas o conflictos: “No sois una campanita bonita. No sois especiales”. En medio de esta oda al caos y la anarquía, hay una invitación a "hacerse cargo de uno mismo", a esforzarse por lo que realmente quieres ser. Así, pese a que las ideas de Tyler Durden llevan al caos absoluto, realmente pueden aprovecharse puntos importantes, como asumir la responsabilidad de uno mismo, encarar las consecuencias de tus actos, actuar con decisión y valor sin esperar a que los demás nos solucionen los problemas por el hecho de que somos especiales y únicos. Porque no lo somos. También hace interesantes críticas a la voluntad de autoperfeccionamiento y disciplina para mejorar en pos del disfrute de los pequeños instantes de perfección (es magnífica una escena en la que Tyler disfruta de sentarse en medio de una mano perfecta proyectada por las sombras de unos palos que él ha colocado en la arena, enseñando que la perfección apenas dura unos instantes y que hay que aprovechar dichos instantes).

 

Pueden verse varias influencias filosóficas muy claras en El club de la lucha. Por una parte, hay grandes dosis de filosofía helenística, concretamente estoica y cínica (hay que soportar el dolor, vencer el miedo a la muerte y no depender de las posesiones materiales). También es clarísima la influencia de Nietzsche y su nihilismo, al quitar el valor absoluto a todo cuanto se nos ha enseñado, incluidos los valores que consideramos más elementales. No sería descabellado decir que Tyler Durden es un Nietzsche moderno, igualmente crítico y mordaz, aunque bastante más agresivo contra todo. Otro de los filósofos cuyas ideas se ven reflejadas en la obra de Palahniuk es Martin Heidegger, concretamente sus ideas sobre la constitución del ser-ahí, cuya esencia es el ser-para-la-muerte, y cómo la comprensión de esta estructura existencial fundamental (saber que vamos a morir) es lo que nos permite pasar de la existencia inauténtica a la existencia auténtica (aquella en la que su centro no es lo que se espera de nosotros o lo que la sociedad ha hecho de nosotros, sino aquello que realmente queremos ser).

 

En definitiva, es una novela muy recomendable para quienes deseen disfrutar de una crítica a la sociedad actual o para quienes gusten de la estética de la autodestrucción, el gamberrismo y la rebelión violenta, aunque no se encuentra ninguna propuesta de mejora concreta. En efecto, el Proyecto Mayhem consiste en la desestabilización de la sociedad y la destrucción de la misma para hacer un “borrón y cuenta nueva” cultural, a ver qué surge de las cenizas del antiguo y decrépito mundo. Unas reflexiones muy sugerentes que ayudan a plantearse muchas cuestiones, pero sin más solución que la destrucción de uno mismo y del mundo circundante. Más allá de las posturas político-sociales de cada uno, es una lectura muy recomendable.


¿Qué es mejor, la novela o la película? Personalmente, me gustó más la película. Hay un trabajo cinematográfico detrás mucho más profesional y experimentado que el trabajo literario de Palahniuk, pero la originalidad literaria de El club de la lucha y el hecho de que se exponga de forma mucho más clara el origen, las motivaciones y los objetivos del Proyecto Mayhem, hacen que sea una lectura muy recomendable también para los fans de la película que, además, disfrutarán de algunas diferencias en la trama, escenas que no aparecen en la película y, también, de un final distinto.

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