Ringu (The Ring)

Publicado el 4 de octubre de 2022, 19:48

Ringu (más conocida como The Ring) es una excelente obra de terror que ha pasado a formar parte de la cultura popular desde que su pavorosa versión cinematográfica, dirigida por Nakata, fue estrenada en 1998. Esta maravillosa película de terror fue importante por dos motivos: 1) supuso el inicio del boom del terror oriental en Occidente, y 2) introdujo un personaje, la antagonista Sádako, que ya forma parte del panteón de villanos del cine de terror. 

La película japonesa, que nos dejó a todos acojonados con la escena final de la terrorífica Sádako saliendo del televisor, ha sido el embrión de muchos otros productos: adaptaciones americanas, la precuela Ringu Zero, un manga, un crossover entre Ringu y Grudge, etc. Sin duda, el origen de la enorme popularidad de Ringu es el film de Nakata. Pero éste, a su vez, es una adaptación del auténtico origen: la novela de Koji Suzuki.

La novela Ringu es una obra maestra de la literatura de terror. Es una lástima que no haya una traducción castellana disponible fácil de encontrar (la que hay está descatalogada y se vende a precio de coleccionista), y que la versión inglesa sea la que es fácil de adquirir, porque mucha gente perderá la oportunidad de leerla. Sin embargo, la traducción anglosajona consiste en un inglés bastante sencillo, que con apenas algunas consultas al diccionario puede entenderse perfectamente. Como he mencionado, es una obra maestra del género. Su argumento es el mismo que las películas: una cinta de vídeo con una grabación perturbadora desata una maldición sobre todo aquel que la ve, matando al espectador al cabo de una semana exacta. Sin embargo, la trama de la novela está mucho más elaborada que la de la película, con diferencias notables y un grado de complejidad mucho mayor, sumado todo ello a una estética literaria muy bien trabajada.

La prosa de Suzuki es ligera, clara y muy directa, pero consigue envolverte en la acción como muy pocos autores consiguen hacerlo. Sus descripciones de los fenómenos paranormales y de las sensaciones de terror y ansiedad de los personajes a medida que van ahondando en los oscuros secretos de la cinta, así como la expresión del paso inexorable del tiempo que los acerca a su fatídica muerte, consiguen mantener al lector pegado al sillón, con una congoja muy fuerte. Así como quienes vimos la película a finales de los 90 captamos una nueva sensibilidad y un diferente estilo a la hora de crear films de terror (esa forma de crear terror especial que tienen los orientales), los fanáticos de la literatura de terror occidentales también pueden descubrir un estilo literario distinto a lo que suelen estar acostumbrados. O, al menos, eso me ha pasado a mí. Creo que el adjetivo que mejor define la prosa de Suzuki sería espeluznante. Cabe señalar la maestría en presentar el terror como algo casi físico, fundamentándose en algo malo que parece estar siempre al acecho, estableciendo contacto físico, aunque oculto. Al mismo tiempo, es un terror muy perturbador: la descripción del vídeo maldito y de las sensaciones de quien lo ve (que siente estimulados los cinco sentidos, puesto que nota el tacto y los olores de las aberraciones que ve en la sucesión de imágenes) están magistralmente narradas y causan auténtica congoja.

El estilo literario completamente distinto que destila la novela ya sería suficiente para recomendar su lectura, pese a que, igual que sucede con El Exorcista, es muy difícil leer la novela sin tener en cuenta la película. El potencial lector podría pensar que, al conocer el desarrollo y desenlace de la historia, no merecería la pena leer la novela (y menos si es en inglés). Pues, en mi opinión, la escritura de Suzuki es tan sublime que merece la pena leerlo aún conociendo la historia que nos cuenta. No obstante, hay otro aliciente mucho más importante: la brillante oscura trama (permítaseme este amago de oxímoron).

La trama empieza igual que en la película, si bien con algunas diferencias en los personajes y sus relaciones, además de añadir otros nuevos, y todos tratados con mayor profundidad que en el film. Pero la trama, a medida que avanza, va tomando una complejidad mucho mayor que en las películas. Cuidado, porque a partir de aquí hay spoilers.

En las películas, la cinta maldita fue creación de Sádako, una niña que tenía poderes psíquicos, heredados de su madre. Sádako fue asesinada por su padre y lanzada a un pozo, donde agonizó de hambre, acumulando odio y rencor. Los poderes psíquicos de Sádako sobrevivieron a su muerte y los recuerdos y pensamientos de la fenecida niña, así como su odio, quedaron registrados en una cinta de vídeo. Cuando alguien ve esa cinta de vídeo, muere al cabo de una semana. La protagonista, Reiko, descubre el oscuro secreto de la cinta y, tras verla y ayudada por su exmarido (a quien enseñó una copia del vídeo), buscan el origen de esa maldición contenida en el VHS. Su investigación los lleva a conocer el pasado de Sádako, sus poderes, cómo fue marginada por una sociedad que la temía, y asesinada por su padre. Finalmente, encuentran su cadáver y, así, suponen que anulan la maldición, puesto que Reiko vive tras el plazo de una semana. Sin embargo, su exmarido muere al acabar su plazo y descubre lo que realmente rompe la maldición: hacer una copia y enseñársela a otra persona. Así, la maldición en realidad no se rompe, sino que se expande.

La trama de la novela, en esencia, es la misma. Pero hay una mayor complejidad en la naturaleza de la maldición. En la novela, Sádako tiene poderes psíquicos, clarividentes y tecnoquinéticos: puede plasmar sus pensamientos en imágenes fotográficas, además de otros poderes mentales. La sociedad la odia a ella y a sus padres, lo que lleva a su madre al suicidio. Sádako esconde sus poderes para no ser odiada como su madre lo fue y renuncia a su sueño: trabajar en el circo. También esconde lo que ella es en realidad: un hombre hermafrodita, con aspecto de mujer, pero con testículos, algo que sabe que para muchas personas puede ser considerado una aberración y, por lo tanto, motivo de desprecio. Por lo tanto, Sádako se aleja de una sociedad que insultó y acosó a su familia (hasta empujar a su madre al suicidio) y que sabe que no aceptarán lo que ella es (ni sus poderes ni su condición intersexual). Más tarde, estando sola y marginada, Sádako es violada por un médico, quien después de violarla y ver sus testículos, la estrangula y la arroja a un pozo, donde murió al cabo de una semana sufriendo claustrofobia, ansiedad y hambre.

Los protagonistas van descubriendo todos los detalles poco a poco, y llega a su conocimiento que el médico que violó y mató a Sádako era el último infectado de viruela de Japón. Debido a la violación, Sádako contrajo viruela antes de morir de hambre en el fondo del pozo. Y ahí está el origen de la maldición y el motivo de su funcionamiento. El odio  de Sádako contra la sociedad se fusionó con la viruela, de lo cual surgió un virus nuevo mucho más agresivo. Los poderes psíquicos de Sádako llevaron sus recuerdos y el nuevo virus deambulando por el pozo durante casi 30 años, hasta que construyeron encima unos albergues con televisión y aparatos de vídeo. En una cinta de vídeo, los recuerdos de Sádako junto con el nuevo virus pudieron incrustarse en la materia, y debido a la naturaleza psicoquinética de ese virus (porque se originó fusionándose con el odio de Sádako, que se materializaba en ondas psíquicas generadas mediante los poderes de la chica), se transmite a los humanos mediante la visión de los recuerdos de Sádako. Así, tenemos que:

  1. El virus es mortal debido al tremendo odio que Sádako sentía hacia la sociedad. 
  2. El virus tiende por naturaleza a conservarse, de modo que necesita huéspedes humanos que sobrevivan.

Con estos dos elementos, la forma de sobrevivir al ataque vírico es copiar la cinta y enseñársela a otra persona. De este modo, el virus se reproduce y se multiplica. Al final de la novela hay una reflexión acerca de las implicaciones desastrosas que puede tener la proliferación de este virus, que sin duda va a expandirse, puesto que nadie va a querer sacrificarse a sí mismo con el fin de evitar una temible pandemia. Esta reflexión final refuerza la naturaleza cíclica y expansiva de la maldición de Sádako, dando a la novela un final mucho más tenebroso que la película.

En conclusión, Ringu es una obra maestra de la literatura de terror, de obligada lectura para los fanáticos del género en general, y para los amantes del terror oriental en particular. La película, pese a su enorme calidad, palidece en varios aspectos frente a su novela fuente, cuyas cotas de terror son extremadamente potentes.

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